lunes, 8 de enero de 2007

Descarrílame el último tren

Todo empezó cuando aquella serpiente -dice Joaquín-, me trajo una manzana y dijo "prueba". Sólo que esta vez, la serpiente no era yo (Louise), sino Thelma. Pero ordenemos las ideas.
Thelma tiene un tío que vive en México, y cada tanto se pega una vuelta por Argentina. Quien les escribe (Louise), no lo conocía, porque no debía conocerlo antes, claro está. El caso es que el 8 de diciembre de 2006 hizo finalmente, su aparición. Thelma me dijo: "venite conmigo a buscarlo a Ezeiza, y de paso conocés al amigo de mi tío, el Portu, que está... por Dios!!!". Como mi escepticismo era absoluto, respondí negativamente, tenía que estudiar, que escribir un trabajo, bla, bla, bla. "Voy derecho al asado, Ceci, así leo un rato".
Caí en casa de Thelma a las ocho de la noche. Atravesé el patio saludando a la gente. Al fin conocí al tío!!!. Ingresé a la cocina y no pude evitar, tanto insistir, preguntarle "¿y el Portu, dónde está?". Durmiendo en la cama del nene -me contesta-, andá a verlo. Imagínense la escena... el tipo se despierta y yo, cual aparición, parada en la cabecera... ¿de qué me dibujo?. No fui, obviously. Así que me quedé con ella en la cocina, mientras lavaba la ensalada. Me prendí un cigarrillo y charlamos, como hacemos siempre.
De pronto, desde atrás, alguien dice "hola". Badía de chanes. Me dí vuelta... listo. ¿Hace falta que les cuente que algo dentro mío dijo "ah, buenoooo!". ¿Escepticismo dije? ¿Qué era eso? ¿un movimiento filosófico...? No se, no me acuerdo. Pasó.
Días después volví a lo de Thelma. Teníamos que hacernos las musculosas para el recital de Sabina, era urgente, estábamos a tres días. Almorzamos con el tío y Elías (padre de Thelma). Me pongo, rato después, en la computadora y suena el teléfono. Ceci, que estaba a mi lado, atiende y dice: "Portu, ahí te paso con el tío". Cuando el tío habla con el amigo, ella se acerca a mí y me comenta en voz baja: "al Portu le gustaste". Yo sonreí y seguí en lo que estaba...
El Portu llamó para llevarse al tío a su casa un par de días. Como al día siguiente no había vuelto, Thelma, ingenua, le mandó un mensaje preuntando cuándo pensaba devolverle al tío. La respuesta: te lo cambio por tu amiga. Y ya... empezaron las gastadas y la organización del próximo asado, algo había que hacer, y yo -sincerémonos- me pongo insistente.
Ale, genia, se encargó. El asado estuvo bueno y, en determinado momento, yo me fui al patio a firmar una camiseta de lanús que el tío quería llevarse, autografiada por los asistentes al meeting. Entonces él salió, se sentó a mi lado y charlamos un ratito a solas... hasta que Laurita Martins pudrió todo, pero no tanto.
Me fui a Mendoza dos días después. Llamó mientras estaba en viaje a Thelma, para decirle que ahora que el tío se iba, se complicaba el intercambio. Pero ella le dio mi celu y comenzaron los llamados cotidianos. ¿Hoy? Al horno, qué va... con papas, con la guarnición que prefieran.

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