Bueno, queridos todos, estoy a punto de terminar mis vacaciones 2007. Como saben, arrancaron en Mendoza, o rumbo a Mendoza capital, pero no se sabía cuál sería su desenlace. Y ahí, como creímos, estaba lo mejor.
Mendoza fue muy bien, estuvimos en un hostel bárbaro, conocimos gente. Pero la mejor en la terminal de ómnibus. Dos israelitas (del ejército, cuac!), Elad y Roy, que flashearon con Laurita y Clarisa. Bah, hasta el momento sólo se que Elad se enganchó con Laura, al punto de estar haciendo averiguaciones para quedarse en Buenos Aires y no volver a Israel. ¡Qué peligro! Si van a fumar siempre marihuana como hasta aquí (en todo momento), a Lauri Prado la perdemos.
San Rafael, bárbaro. Entre el "no hay hopspedaje en ninguna parte", conseguimos una cabaña espectacular, alquilamos un auto, y recorrimos una bocha. Impagable. Los mejores paisajes los ví ahí.
Despues, pintó lo que pintó. Clari se venía a Mardel porque tenía amigas (a las que nunca vio, haciéndose olímpicamente la boluda). Y Laura terminó viniendo porque Elad iba a estar acá y le pidió que lo hiciera. Lo que me pregunto, en todo caso, es para qué carajo vine yo. En fin... ¿será que tenía que pasar lo que relato a continuación?
En el alto que hicimos a cenar camino a Mendoza, me suena el celular. Era Thelma. Quería contarme que el cincuentón que ya aparece en otra nota, la había llamado para preguntarle por el tío y, como al pasar, por mí. Astuta y siguiendo mis indicaciones, Thelma le dijo que si quería saber de mi, ella podía darle mi teléfono y dejar de oficiar como intermediaria. No arrugó, por primera vez en lo que va desde que lo conozco.
Y bueno... se dedicó a llamarme y mandarme mensajes todos los sagrados días de mis vacaciones y, cabe aclarar, una opción no excluía la otra. Llamados y mensajes, cuando no más de un llamado por día, más mensajes. Todo se desquició en el último "call" (como diría Ale), en que se enteró que venía para Mardel, y que pensaba volver el domingo.
El señor se acordó que tenía amigos aquí, que volvían el día que yo quería regresar y, dos más dos, ¡podían traerme de vuelta! Claro que no a mi casa... a la suya. Y entonces arregló todo para que un tal "Jorge" (que no se quién es), me cargara en su camioneta y me dejara en la puerta de su casa, de donde el me retornaba a la mía el lunes o martes. En mi país, a eso le dicen "delivery" ¿en el de ustedes? Y deben ser empanadas, porque en palabras de Thelma "estás al horno, Louise, al hooorrrnnnoooooooooooooooo!!!
Queda pendiente el final de mis vacaciones, pero puede que nunca lo postee. Besos.
jueves, 18 de enero de 2007
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